"Para disfrutar en verdad de un perro, no se debe tratar de entrenarlo para que sea semihumano. El punto es abrirse uno a la posibilidad de ser más perro"
Eduard Hoagland

lunes, 21 de mayo de 2012

Perros grandes vs. perros pequeños: principales problemas


    

        La selección que hacemos de nuestro compañero canino está condicionada,desde el principio, por nuestro carácter así como por nuestras espectativas, posibles carencias personales y otras proyecciones que podemos hacer en nuestra mascota sin darnos cuenta. Debido a la figura y la forma de relacionarse que tienen los perros con el ser humano, acaban jugando un papel en nuestras vidas que no suele ser el correcto. Es decir, en gran cantidad de ocasiones el principal problema de conducta que presentan es generado por un trato humanizado, jugando el papel de“peluche” de la casa, carente de normas y una estructura sólida en su día a día.

    A la hora de seleccionar un perro, ya sea de raza o no, juega un papel importante nuestra personalidad. De esta manera, personas que se sientan solas o sus hijos se hayan hecho mayores y tenga cierta necesidad de seguir volcando cuidados y cariño en alguien, probablemente seleccionen un perro de menor tamaño y con un aspecto enternecedor. Por otra parte, un caso muy abundante y que genera muchos problemas, es el de la persona que busca aparentar y dar una imagen de fortaleza y respeto; en este caso seleccionará a un cánido de aspecto fuerte e imponente. Son muchas y diversas las razones que nos empujan hacia unas características u otras pero, lo fundamental, es que antes de dar el paso nos cuestionemos si las razones que nos guían están dentro de la lógica, si seremos capaces de responder bien ante nuestra selección y si seremos lo suficientemente responsables.

                                Principales problemas en los perros pequeños

    El pricipal problema que se da en los perros pequeños es la idea de que son nuestros niños. Esto conlleva un exceso de cariño y la ausencia parcial o completa de normas y/o restricciones. Caemos en el error de pensar que se conforma con una vida cómoda y llena de amor, en la que es feliz descansando en el sofá junto a nosotros, con una escasa socialización con otros perros y poca actividad física, ya que debido a su tamaño asumimos que no necesitan demasiado ejercicio. Esto suele desembocar en perros miedosos con otros perros, ya que en muchas ocasiones tienen pleno desconocimiento de éstos y también, debido a la falta de socialización, no conocen el lenguaje, pautas y normas para relacionarse, lo cual puede generar peleas por una mala comunicación o ladridos excesivos ante la presencia de otro perro (¿quién no ha visto a un yorkshire diminuto ladrando de forma insana a cualquier otro cánido o humano?). Si a un niño lo sobreprotegemos y no le ofrecemos los recursos necesarios para una vida normal ocurrirá exactamente lo mismo: carecerá de habilidades sociales y hallará dificultades para su correcto desarrollo y relación con el entorno.

    Al darle este trato también estamos limitando sus capacidades cognitivas, impidiendo que las desarrolle plenamente al no proporcionarle unas estructuras que él pueda comprender y pocos retos psicológicos y físicos que le ayudarían a sentirse más completo y equilibrado. Es fundamental que le proporcionemos éste tipo de retos, ya que le ayudarán a obtener un mayor control psíquico y físico, evitando fobias, apegos desproporcionados, ansiedades, estereotipias o conductas no deseadas como micciones en casa, destrozos, no acudir a la llamada, etc...

                                Principales problemas en los perros grandes

    La carencia de una correcta educación o falta de conocimientos a la hora de tratar a un perro tiene consecuencias de mayor calibre en los perros de razas grandes, ya que éstos poseen una mandíbula más poderosa y una fuerza corporal mayor, que dificulta su control.

    Con los cánidos de mayor tamaño se suele tener una mayor preocupación por su educación, ya que se es consciente de los problemas que pueden generar, cosa que con los perros pequeños no ocurre, ya que si tu caniche o chihuahua tiende a morder no se le tiene en la misma consideración que si le surge esta conducta a tu pit bull o gran danés. Éste es otro error en el que caemos, ya que si vemos a un perro pequeño atacar nos puede resultar cómico, pero la actitud agresiva debería ser igualmente suprimida: en ambos casos nos están mostrando un problema que, a parte de ser nocivo para nosotros, también lo es para ellos.

    Aún así, con las razas grandes se siguen dando muchos problemas porque se atiende más a la atracción que nos puede generar su apariencia externa. En muchas ocasiones, nos dejamos llevar a la hora de elegir nuestro compañero canino por su belleza y su porte, sin atender a las necesidades que pueda tener en su día a día, como son una correcta educación, gran cantidad de ejercicio o unos límites concretos y firmes.
Además, la elección de una raza fuerte, puede ser debida muchas veces por una cuestión de imagen. Buscando aparentar fuerza y respeto, se escoge un can poderoso y se potencia su actitud “chulesca”, creciéndonos ante sus actitudes de dominio y poder en el entorno social. Está claro que esto puede degenerar en perros agresivos que, finalmente, acaban generando problemas y nos desbordan porque no sabemos cómo controlar.

    También es común el caso de personas que hacen esta selección buscando protección o seguridad sin tener una base sólida o seguridad en sí mismos. Debemos ser conscientes del error que supone otorgar la responsabilidad del cuidado de la familia y el hogar a nuestro perro. A él no le corresponde ese papel ya que, además de generarle un estrés y ansiedad que no debería padecer, se puede volver en nuestra contra y nos puede generar muchos y muy graves problemas de convivencia, tanto dentro del hogar como fuera de él. Nosotros debemos ser siempre los que controlemos y hagamos frente a la situación, no nuestra mascota.

    Por lo tanto, es fundamental cuestionarnos a nosotros mismos si vamos a ser capaces de cumplir con nuestra parte a la hora de adquirir un ejemplar de estas características, informándonos de sus necesidades específicas y dejando de lado lo mucho que nos guste o lo bonito que nos parezca. Hacer uso de la razón y la lógica nos ayudará a evitar posibles problemas futuros.

    Otro aspecto a la que debemos prestar atención a la hora de elegir nuestra mascota, es su nivel de energía. Seleccionar un ejemplar con un nivel de energía similar o inferior al nuestro nos ayudará a evitar posibles problemas de comportamiento y control del animal.

    Como en los niños, la educación se debe implantar desde el principio, poníendole normas y límites, ayudándole a crear una estructura mental equilibrada, haciéndo de él un compañero de vida excelente con el que podamos disfrutar de muchos y muy buenos momentos.

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